Amanecía el 7 de octubre de 1561 cuando se inició una de las más grandes batallas de la Historia de la humanidad. En esta fecha, en Lepanto se reunieron más del 75 % de las galeras, galeazas, galeotas y fragatas disponibles en todas las flotas del mundo , 580 naves y más de 100.000 hombres. Cifras asombrosas para la época. Esta inmensa fuerza naval , iba a decidir el destino de dos imperios representantes de dos civilizaciones una emergente y otra consolidada en su territorio, oriente y occidente.
La batalla de Lepanto se suele considerar como la batalla naval más sangrienta de todos los tiempos. Los turcos estaban decididos a conquistar occidente y llegar hasta Gibraltar. Acosaban sin piedad a las naves cristianas e iban apoderándose poco a poco de territorios y plazas cristianas. Con esta batallas, la Liga Santa rompió con la superioridad naval del Imperio Otomano y su mito de invencibilidad quedó absolutamente olvidado para el resto de la Historia. Después de Lepanto, ya nunca más se recuperó la hegemonía naval turca en el Mediterráneo .
Gran parte del mérito de la victoria cristiana se debe a un joven que con 24 años se hizo con la enorme responsabilidad de dirigir la flota de la Santa Alianza: don Juan de Austria, hijo natural del emperador Carlos I y de una humilde mujer, llamada Bárbara Plumberger. Don Juan de Austria, murió joven, con tan solo 31 años, sus intervenciones en los campos de batallas navales y de tierra, contribuyeron notablemente a la grandeza y esplendor del Imperio Español. Fue un gran táctico en el campo de batallas y muy querido por su hermanastro el Emperador Felipe II.
La Liga coordinada por el Papa Pio V, estuvo finalmente constituida por fuerza de España, República de Venecia y Estados Pontificios, República de Génova, Ducado de Saboya y la Orden de Malta. Los cristianos resultaron vencedores, frenando en seco el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental
7 de octubre de 1571Elena.Vera.Palazón.
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