El Lazarillo de Tormes
y de sus fortunas y adversidades
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades
es una novela, más conocida como Lazarillo de Tormes, de la que todos hemos
oído hablar y que cada vez adquiere un mayor protagonismo en las conversaciones
callejeras de las que todos somos partidarios.
Para quien aún no
esté al tanto, esta es una novela española y anónima,
escrita en primera persona y en estilo epistolar (como una
sola y larga carta), de la cual, aunque estamos seguros que alguna edición
anterior debe andar suelta por ahí, no habíamos empezado a oír hablar hasta
este año 1554. En ella se cuenta de forma autobiográfica la vida de un niño
llamado Lázaro de Tormes, desde su nacimiento y mísera infancia hasta su
matrimonio, ya en la edad adulta.
Es una literatura completamente distinta a la que estamos
acostumbrados. No hay ningún caballero andante ni espadachín apuesto y
romántico, ni lugares fantasiosos y demasiado
bellos como para ser reales, ni un pensamiento idealizado que no podemos sacar
de las páginas de los libros. No, aquí nos presentan a este antihéroe tan
peculiar que tenemos de protagonista, un realismo conocido por
todos y una ideología moralizante y pesimista. Esta novela es un
esbozo irónico y despiadado de nuestra sociedad, y refleja nuestros vicios y
actitudes hipócritas; sobre todo las de los clérigos y religiosos.
No tenemos idea alguna de quién puede ser el autor de esta maravilla,
y las teorías que no dejan dormir a los más fanáticos de la obra van desde Juan
de Ortega o Diego Hurtado de Mendoza hasta Juan de Valdés o su hermano Alfonso,
además del famoso Lope de Rueda, Pedro de Rúa, Hernán Núñez, etc.
Lo único que tenemos claro del autor es que es (o era) simpatizante
de las ideas erasmistas; razón por la cual la Inquisición ha prohibido su
lectura. Aunque desde luego eso no ha frenado a los lectores, pues todos
tenemos alguna edición bien oculta en un cajón que leemos cada vez que tenemos
algo de tiempo.
Y es que la obra lo merece, pues es una obra artística de primer
orden. Lo es por su originalidad, su valor humano, su estilo y su lenguaje: un
castellano clásico, al que estamos acostumbrados, modélico, flexible y
expresivo, sutilmente irónico, donde abundan las geminaciones y los
isocola, y donde no se desprecian y se ponen al mismo nivel el castizo
refrán y la cita culta. La desproporción entre la materia y su elaboración
por parte del autor se inclina marcadamente en esta última, pero sin denotar, y
en eso consiste uno de sus méritos, el esfuerzo que debió suponer.
La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica
acerba, incluso una denuncia, del falso sentido del honor ("la negra que
llaman honra") y de la hipocresía. La dignidad humana sale muy malparada
de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical.
La vida es dura y cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros,
por lo que para ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo.
El uso de la estructura nunca antes vista, a la que los expertos
llaman anular, que acaba concluyendo con lo que se inicia, hace de la novela
una obra redonda. El personaje de Lázaro evoluciona, no es plano ni
arquetípico: cambia y evoluciona, y va pasando de ser un ingenuo a un cínico
redomado, aprendiendo de las lecciones que le da la vida. Tanto es así que el
final, lejos de ser positivo, sin embargo, es vivido por el personaje como lo
mejor que le podía haber pasado teniendo en cuenta toda la trayectoria vital
que le precede. Cada personaje plano, por otra parte, se halla completamente
individuado y caracterizado sin maniqueísmo.
La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona
la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde, aunque sin
honra, nacido en un río de Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís.
Quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón, y fue puesto al servicio de un
ciego por su madre, una mujer amancebada con un negro que le da a Lázaro un
bonito hermanastro mulato.
Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su
ingenuidad inicial hasta desarrollar un instinto de supervivencia.
Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un toro de
piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; pasa luego a servir
a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre; después entra a servir a
un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de hidalguía y de
dignidad; más adelante sirve a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del
mundo que apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos; más tarde
sirve a un buldero timador; y tras él a un capellán, un maestro de hacer
panderos y un alguacil y se hace aguador. Finalmente, Lázaro consigue el cargo
de pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador,
quien además le ofrece una casa y la oportunidad de casarse con una de sus
criadas, con la finalidad de disipar los rumores que se ciernen sobre él, ya
que era acusado de mantener una relación con su criada. Sin embargo, tras la
boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por
parte del pueblo. Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda
una vida de ver qué es el honor y la hipocresía que encubre la dignidad
realmente, ya que eso al menos le permite vivir, y con ello termina la carta.
En resumen, lo que tenemos hoy entre manos es una obra redonda que,
si bien hay que leer a escondidas, merece la pena leer y releer una y otra vez.
Y que, y de eso estamos seguros, en un futuro esperemos no muy lejano tendrá
una trascendencia cultural y literaria enorme. Y seguramente (y esperemos que
así sea), esta es la primera novela de un género que muchos autores imitarán
con admiración.
Esperamos saber algún día el nombre del autor, que se halla ahí fuera
y al que nos encantaría conocer, y que nos brindara una segunda parte
que devoraríamos sin demora. Aunque, ¡quién sabe! Tal vez nunca
sepamos su nombre y todo sea siempre un gran misterio.
Noticia por: Lucía Fraile Fernández.
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